«La turbia gestión del agua en La Palma y el boicot oficial a que sea más barata, buena e inagotable»

ARTÍCULO DE OPINIÓN

CARLOS SOLER, doctor en Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos 

La isla de La Palma es en la que más llueve de Canarias. Es, además, una isla joven, como lo demuestra la última erupción, y eso la convierte en muy permeable. Por tanto, es la isla que más agua tiene en su interior en forma de un enorme acuífero.  En ciertas zonas, sobre todo en cumbre, el acuífero está tan cerca de la superficie que surge el agua de forma espontánea formando los nacientes de La Palma. De entre ellos, Marcos y Cordero siguen siendo los nacientes más caudalosos de Canarias; pero hay más. En 1975 había 150 nacientes en la isla de los que 120 estaban dentro de La Caldera de Taburiente. Actualmente y debido a la perforación de ciertas galerías, en concreto 12 de ellas, 8 desde dentro de La Caldera y 4 desde fuera, la mitad de los nacientes han desaparecido y la otra mitad se ha visto su caudal reducido a la tercera parte.

La situación es muy preocupante porque esa agua, la de mejor calidad que antes salía por 150 lugares ahora solo sale por apenas 70. Dos comunidades de riego tienen su caudal en peligro. Los Heredamientos y Los Sauces. La primera no tanto por ahora porque compensa sus pérdidas con el agua que sacan con sus siete galerías de dentro de La Caldera; pero la segunda, la Comunidad de Regantes de Los Sauces tiene un futuro muy sombrío, viendo menguar el agua de sus nacientes cada año.

Urgente prohibición de más galerías en el acuífero Coebra para proteger los nacientes

Pero esta desaparición de nacientes no solo afecta a las dos comunidades, atañe a toda la isla porque, además de perder la propiedad del agua que pasa a manos de los dueños de las galerías, se está secando el Parque Nacional de La Caldera de Taburiente sin que ninguno de los tres partidos que llevan cuarenta años gobernando la isla, PSOE, PP y CC, ni el patronato del Parque, ni el Consejo Insular de Aguas, ni los planes hidrológicos de los últimos veinte años, ni el Ayuntamiento de El Paso, ni la Consejería de Transición Ecológica, ni el Gobierno de Canarias, digan ni hagan nada.

Es este uno de los grandes problemas que tiene y debe solucionar la isla. Es urgente que en los Planes Hidrológicos de la isla se defina como sobrexplotado el acuífero COEBRA que alimenta a los nacientes y es el que se ha visto drenado por la perforación de esas 12 galerías. La prohibición de perforar en esta zona del acuífero debe ser inmediata para evitar el progresivo deterioro de los nacientes debiendo definirse como prioritaria su recuperación y la de sus caudales, hasta lograr reverter la situación a los que existían antaño.

Agua escasa, mala y cara para la agricultura por mala gestión pública

Otro gran problema del agua en la isla es la escasez, la mala calidad y el elevado precio de las aguas que se destinan para la agricultura. Es inadmisible que en una isla que es en la que más llueve sucedan estas tres cuestiones: escasez, podredumbre y encarecimiento. La razón radica en un desconocimiento total de la situación y una mala gestión del agua que han venido realizando nuestros gobernantes, con obras absurdas: como lo de subvencionar con un millón de euros pozos que estaban abandonados pero de los que tenían acciones nuestros propios gobernantes, como el de El Roque, o invertir millones de euros en el que va a ser el más profundo de la isla, como el de Izcagüe, con lo que se convertirá en el que más cara tenga el agua; o la de liarse a colocar tuberías para un lado y para otro que solo benefician a unos pocos, sin restablecer las antiguas conducciones que eran las que repartían el agua para todos; o construyendo balsas que se rompen como Barlovento y Fuencaliente, y otras que se eternizan en el  tiempo convirtiéndose en un sumidero de dinero, como la del Vicario.

Pero no olvidemos elevaciones tan absurdas como la de Aduares, que levantan el agua hasta los mil metros de altura para luego regar desde la cuatrocientos para abajo, esta última con la excusa de querer pasar el agua de una vertiente a la otra, cuando eso ya lo hace el Túnel de Trasvase sin tener que bombear, o querer dar agua a El Paso, cuando eso se puede hacer a partir de la boca de Hermosilla del Túnel de Trasvase, bombeando solo la tercera parte de Aduares. Por esto último, es absurdo hacer los sondeos del Matadero que propone el Cabildo, primero, porque darán muy poca agua, y, segundo, porque, aunque la diera, esa agua ya sale por la boca de Hermosilla.

Desaladoras: decenas de millones de euros

Una de las desaladoras portátiles instaladas en Puerto Naos. / GOBIERNO CANARIO

El desconocimiento lleva a desperdiciar el dinero en obras inútiles; y por último, pero no menos absurdo, la instalación de tres desaladoras que han costado decenas de millones de euros que han dado agua con reiterados cortes en el suministro, con mala calidad y a un precio que todavía estamos esperando para que nos sorprendan. Todas estas obras y decisiones, amparadas en el desconocimiento y la improvisación, además, van dirigidas a un mismo fin: mantener en el mercado insular aguas caras, escasas y malas. De esta forma el mercado de aguas obtiene beneficios millonarios para los aguatenientes de siempre, mientras que los demás, aquellos que con el dinero enriquecen a los especuladores, ven como día a día, el coste de cultivar sale ya tan caro que dentro de poco tendrán que pagar por cultivar.

Los aguatenientes o aguamancantes y su control de las políticas hidráulicas

¿Cuál es la causa de todo esto? La explicación está en que el agua desde siempre, en esta isla, como antiguamente lo estaba en otras, era y es propiedad de unos pocos. Esta situación de los aguatenientes o aguamangantes que todos conocemos y sabemos quiénes son, ha ido evolucionando: primero se metieron en la política pero de forma oculta, en la sombra, pero fueron capaces de dirigir a los políticos que daban la cara para tomar todas aquellas disposiciones que les beneficiaban.

Fruto de ello es la composición de las Juntas del Consejo Insular, donde en más de una ocasión, estos personajes, o sus representantes más bien, han impedido votaciones o disposiciones con solamente decir que “esa proposición no se vota”. Hoy en día la cosa ha cambiado para peor, han dejado de estar en la sombra y abiertamente los aguatenientes se han puesto a gobernar el Cabildo, así se explica que la primera actuación del actual Presidente fuera la de subvencionar con un millón de euros el pozo del que era presidente su padre, dándose la curiosa circunstancia de ver al hijo firmar la subvención y al padre firmar el recibí.

Cuatro veces más agua de lluvia que la demanda La Palma

¿Cuál sería la solución? La solución pasa por una actuación técnica y un cambio en la gestión. Empecemos por la cuestión técnica. Según los datos del Consejo Insular de Aguas, cada año, el agua que se infiltra en el acuífero (530 millones de pipas) es cuatro veces más que el agua que necesita La Palma para su abastecimiento, agricultura, turismo e industria (130 millones de pipas).

Por tanto tenemos en el acuífero más agua de buena calidad que la necesaria, pero además, sabemos que el acuífero llega por arriba hasta los 1600 metros, donde se sitúan los nacientes que lo evidencian como son los Cantos de Turugumay.

Agua de galerías: buena y barata, agua de pozos: mala y cara

Para que el agua nos salga barata, debemos evitar los bombeos, pues entonces y sabiendo que el acuífero llega hasta esa altura y el consumo, el 90 %, se sitúa de la cota 400 para abajo, saquemos el agua por encima de esa cota 400 y repartamos por gravedad, la llevamos a las zonas de cultivo bajando y repartiéndolas por su peso. Eso es precisamente lo que hacen las actuales galerías y sus canales y tuberías de reparto. Además el agua de galerías mantiene siempre su calidad, luego sacando más agua de galerías abaratamos el precio porque nos ahorramos el bombeo y mantenemos una excelente calidad.

Por el contrario, el agua de los pozos se encuentra al nivel del mar, para usarla en la agricultura primero hay que sacarla con bombas que consumen electricidad hasta el brocal del pozo y luego hay que subirla hasta las zonas de consumo que pueden estar a la cota 400.

Pero además, estas aguas, ya de entrada, tienen una calidad peor que las de las galerías y con el bombeo continuado empeoran progresivamente hasta que llegan a salinizarse. Esto es lo que ha sucedido en La Palma: de los 70 pozos perforados solo 16 extraen agua, los demás se han tenido que abandonar y muchos de estos van por el mismo camino. En conclusión el agua de las galerías es buena y barata y el agua de los pozos es mala y cara.

Extraer más agua de galerías y menos de pozos

De las 130 millones de pipas de agua que se producen en la isla cada año, si descontamos los 8 millones que aportan los nacientes y los barrancos, 122 son de agua subterránea y de estas 92 millones de pipas son de galerías y 30 millones de pozos. Como hemos visto son estas 30 millones de pipas de los pozos las que encarecen el precio y estropean la calidad. Los que hay que hacer entonces es fácil y lógico: aumentar la extracción de aguas desde las galerías y disminuir la bombeada desde los pozos. Con este cambio reduciríamos el precio del agua y mejoraríamos la calidad, a la vez que al disminuir el caudal de extracción de los pozos disminuiríamos la producción eléctrica de la isla e incluso lograríamos que los pozos, al disminuir su caudal a un cierto nivel, no se salinizarían.

¿Cómo efectuar este cambio de agua de pozos por agua de galerías? Antes de nada hay que considerar tres hechos evidentes: primera, los pozos están inmersos en comunidades que se rigen por acciones y son muchos los que las tienen dándoles derecho a un caudal de agua que es su medio de vida, también es cierto que es en estos pozos donde hay otros pocos que las acaparan; segunda, los pozos se perforaron mediante inversiones particulares que lograron en su día aumentar la zona de cultivo de la isla, por lo que incrementaron la riqueza de los palmeros; y tercera, los pozos tienen una red de distribución de agua a base de canales y tuberías que debe mantenerse a toda costa.

Por ello, se propone que sea el Estado, bien el de Madrid, el de Canarias o el Cabildo, quien financie la obra de incrementar los caudales de las galerías y con el caudal de más obtenido, se entregue a las comunidades de los pozos para que cada uno reduzca el bombeo en la medida del caudal que se le ha entregado. Con esta medida los pozos seguirán teniendo el mismo caudal, los accionistas no verán mermados sus caudales, se mejorará la calidad y se abaratará el precio, a la vez que se reducirá el consumo eléctrico y aumentaremos la calidad del cultivo. A cambio, las comunidades de los pozos se comprometerán a repartir el caudal en función de las acciones y a mantener en perfecto estado la maquinaria del pozo y la red de distribución. Los pozos bombearan menos, pero mantendrán las bombas con sus caudales originales convirtiéndose en una reserva hídrica de la isla ante posibles eventualidades, catástrofes, roturas, averías o sequías.

¿Cómo aumentar el caudal de las galerías?

Dado que la inversión para producir estos aumentos hemos quedado que los va a acometer el Estado, lo lógico es empezar por aquellas galerías que son ya del Estado, como es el caso del Túnel de Trasvase. Esta obra tiene actualmente 4’5 kilómetros de acuífero por delante para incrementar su caudal. Por cada metro que se perfore, se incrementará el caudal, debiéndose regular la extracción mediante la construcción de cierres hidráulicos (tranques) dispuestos a medida que se vaya perforando. De esta forma se controlará el caudal y solo se sacará la que se necesite. Volveremos a este tema más adelante.

Se ha solicitado desde hace varios años al Cabildo que acometa la perforación de un kilómetro en el Túnel de Trasvase, en la boca oeste, como forma de solucionar el agua que demanda el Valle y para abaratar los precios y mejorar la calidad, el coste de esta perforación sería de unos dos millones de euros. Compárese con los millones que han invertido en desaladoras.

En el caso de que fuese necesario aumentar caudales en zonas donde no haya galerías del Estado, como es en la vertiente oriental de la isla, desde Santa Cruz hasta Barlovento e incluso abarcando a Garafía, la solución sería formar una mancomunidad formada por diversas comunidades de galerías, en las que cada una de ellas entraría con tantas acciones como caudal tuviera en el momento de su unión.

Una vez establecida dicha mancomunidad, el Estado escogería una de estas galerías, la que mejor disposición técnica tuviera, y pasaría a reperforarla aumentando la sección al objeto de trabajar más fácil, rápido y cómodamente. Esta galería sería entonces la encargada de aumentar el caudal en la zona, con las obras pagadas por el Estado. Y esto lo puede conseguir alargando la perforación hasta llegar al material verde y a partir de allí se abriría en ramales a derecha y a izquierda hasta conseguir el caudal deseado, sin importar que afectara a otras, puesto que con la mancomunidad formada de antemano todas serían una. Una vez conseguido el incremento de caudal necesario, este se repartirá proporcionalmente a las acciones que tenía cada comunidad cuando se formó la mancomunidad.

Todas aquellas captaciones de agua, tales como galerías, pozos o nacientes, que no entren en estas mancomunidades y que crean que pueden ser afectadas mediante merma de sus caudales por estas obras propuestas, podrán exigir al Consejo Insular de Aguas que se realicen aforos en diferentes momentos a los largo de un año, cuyos resultados se guardarán en el Consejo y en las comunidades. Si después de perforadas estas obras del Estado se viera que se ha producido una afección con merma de sus caudales, el Estado a través de la obra realizada tendrá la obligación de devolver los caudales afectados en la boca de la galería objeto de la merma.

Los cierres hidráulicos

Cabe ahora comentar cómo son y para qué sirven los cierres hidráulicos (tranques). Para eso hay que meterse bajo tierra y ver como el agua, desde que se infiltra, va descendiendo. Estas aguas proceden de la lluvia y han venido bajando desde la superficie, infiltrándose por los huecos en un descenso casi vertical condicionado por los terrenos que va atravesando, hasta que llega a una zona donde, por debajo, todos los huecos están ocupados por el agua; esa zona, en la que todos sus huecos, fisuras y grietas están llenos de agua se denomina acuífero. A partir de aquí el agua seguirá bajando, como siempre lo hace esté en el sitio que esté, pero ahora ya no irá tan vertical y por eso irá más despacio, porque para moverse tiene que tener un hueco que ocupar y para ocuparlo el agua que estaba allí ha tenido que buscar otro hueco, todo este movimiento, mucho más lento que el primero, siempre lo hace descendiendo de forma inexorable porque su destino final es llegar al mar («que es el morir», que decía el poeta, pero ahora sabemos, gracias a Edmund Halley, que es el revivir).

El agua que circula por el acuífero descargará al mar a lo largo de toda la orilla de la isla. Por esa razón el acuífero, visto desde arriba, ocupa, al nivel del mar, toda la superficie de la isla. Esta zona del acuífero próxima al mar, se denomina acuífero costero. Allí, el agua dulce del acuífero, al tener menos sales que el agua del mar, flota sobre la salada del mar, en un equilibrio muy delicado que a la menor perturbación hace que las aguas se mezclen salinizándose las del acuífero. Esta es la causa de que los pozos, que se perforan siempre cerca de la costa, con las extracciones excesivas, provoquen una mezcla de aguas salinizándose el acuífero y empeorando la calidad del agua del acuífero y también las propias que el pozo extrae. El empeoramiento continuará hasta que se abandona la captación. Las aguas del acuífero costero si no las extrae un pozo, se vierten al océano por la orilla del mar, con mayor caudal en marea baja y con menor o incluso parándose la descarga con la marea alta.

El nivel freático

Las galerías, como se perforan a cotas altas, no tienen las aguas de mar por debajo, pues estas no suben nunca por encima del nivel del mar. Es esta la razón de que las aguas que sacan las galerías mantienen siempre la calidad sin empeorar por años o siglos que estén extrayendo agua. La parte superior del acuífero, o sea el límite donde en los huecos de las rocas del subsuelo hay aire y debajo agua, se llama nivel freático y es el que da la forma, en el subsuelo, al acuífero.

Desde que nos separemos de la costa, el nivel freático sube, primero muy ligeramente en las zonas costeras, con pendientes ascendentes similares a las pendientes con las que se construyen los canales, o incluso menores (valores que pueden ser inferiores al uno por mil; o sea, para que el nivel freático suba un metro, nos tenemos que separar de la costa un kilómetro). Pero a medida que nos separamos de la orilla y nos vamos metiendo en el interior de la isla, ese nivel freático coge mayor pendiente, tanto más acusada cuando menos permeable es el terreno, porque el agua siempre hace lo mismo: baja y cuando le cuesta circular por el terreno porque su huecos son pequeños, entonces se remansa y coge altura, para así poder seguir su camino con el mismo caudal que llevaba. Por tanto, este nivel freático tendrá mayor pendiente en los terrenos menos permeables, los antiguos, y menor pendiente en los más permeables, los más recientes.

Los diques volcánicos

Empezamos a estar en condiciones de explicar los cierres hidráulicos: todo este prólogo ha sido necesario para entender cómo es el acuífero. Nos falta para explicar cómo funcionan los tranques, saber qué son y qué provocan en el acuífero los diques volcánicos.

Hay un tipo de vulcanismo que se llama fisural. En él la corteza de la tierra se abre en grietas de varios kilómetros de longitud, que van desde la cámara magmática hacia un lado y hacia otro, generalmente en alineaciones sensiblemente rectas, subiendo hacia la superficie. A a la vez que la grieta se va abriendo el magma de la cámara se inyecta en la fisura y avanza mientras sigue abriendo. Si la grieta con su magma toca la superficie se produce entonces la erupción. A veces la grieta sigue avanzando generando otras bocas o cesa porque la energía se disipa por la erupción.

Cuando el proceso eruptivo se apaga, el magma que está en el interior de la grieta comienza a enfriarse muy lentamente, mucho más lento que las coladas en la superficie, porque el material que envuelve a la grieta actúa como un horno disipando el calor paulatinamente. El magma, al igual que la lava, al enfriarse reduce su volumen, y esto lo consigue agrietándose. En el caso de estar el magma en el interior de una fisura, lo hace de forma más homogénea logrando fisuras muy pequeñas, muy planas y situadas en las tres direcciones del espacio. El magma enfriado dentro de la grieta, en geología se le llama dique volcánico.

La anchura de estas grietas de enfriamiento que tienen todos los diques, llamadas grietas de retracción, es tan pequeña que apenas pasa un hilo o una hoja de papel, por eso al agua le cuesta mucho trabajo atravesarlas y esa es la razón que explica que cuando aparece un dique en un acuífero, se convierta en barreras para la circulación del agua.

Pero ya hemos visto que en verdad nada es una barrera para el agua bajo el suelo, esta lo que hace es acumularse por detrás de él e ir subiendo de nivel metro a metro hasta que tiene presión suficiente para conseguir que el caudal que traía pase por estas pequeñas grietas y así pueda proseguir su camino descendente. En definitiva, la aparición de un dique de baja permeabilidad provoca que en el acuífero aparezca un salto, un escalón en el nivel freático.

A veces estos escalones, situados a un lado y a otro del dique, pueden tener una diferencia de decenas de metros, incluso algunos hemos medido que llegaron hasta los 160 metros de altura. Los diques, aun teniendo longitudes de varios kilómetros, pueden tener espesores muy variables, desde centímetros hasta diez metros. Además, generalmente no se produce un solo dique, más bien forman una familia de diques que, si el proceso es fisural, serán todos sensiblemente paralelos.

Esto provoca que en el acuífero el nivel freático se presente como si fuera una escalera, logrando con ello que la pendiente del nivel freático, a base de estos escalones de decenas de metros, sea mucho mayor llegando hasta ser del diez por ciento, cien veces mayor que ese mismo nivel en la costa.

Si ahora pensamos que a lo largo de la vida geológica de la isla, ha habido muchas erupciones fisurales y cada una con su familia de diques con direcciones diferentes, tenemos entonces que considerar que estos diques, en el subsuelo y en el acuífero, forman familias con muchas direcciones distintas que se entrecruzan, convirtiendo el subsuelo y con él al acuífero en una especie de mosaico formado por infinidad de celdillas en las que el nivel freático es diferente en cada una, pero con una tendencia muy clara de ir ascendiendo de nivel a medida que vamos hacia la cumbre. Esta disposición en celdillas, es la que adopta el acuífero en las zonas de las laderas de la isla. Por último y para complicar un poco más la imagen, hay que considerar que si la erupción en vez de fisural es central, como así ha sucedido en algunas ocasiones en La Palma, los diques entonces se disponen de forma radial desde la boca, con lo que las familias de diques paralelos y entrecruzados, se ven ahora atravesados por estos radiales que se disponen en la mitad norte de la isla.

Tenemos entonces que el acuífero en la zona donde se ubican las galerías productivas de La Palma, desde la cota 400 hasta la 1.600, adopta la forma de un panal formado por infinidad de celdillas, cada una con su nivel de agua y que van ascendiendo a medida que vamos hacia la cumbre de la isla. Cuando una galería llega al acuífero, algunas para alcanzar ese momento necesitan haber perforado hasta tres kilómetros, generalmente aparece el agua tras pasar un dique. Ahora sabemos ya que en ese momento la galería acaba de entrar en uno de estos compartimentos con agua.

Antes de que diera el agua, la galería ha podido atravesar otras celdillas pero el agua se quedó por debajo de la solera. Al continuar la perforación va aumentando el caudal de agua hasta que se perfora otro dique, momento en el que el caudal aumenta bruscamente, continuando la perforación el caudal aumenta a saltos relacionados con la aparición de los diques, de tal forma que cuanto mayor es el aumento brusco de caudal, significa que mayor era el desnivel de altura entre el nivel freático de antes y después de atravesar el nuevo dique. Algunas galerías con estos caudales paran la perforación, otras continúan perforando e incrementando el caudal hasta que llegan al material verde. Todos los que perforan galerías saben que seguir perforando cuando se ha llegado al material verde es inútil, puesto que ese material es impermeable, no da agua y además es un material que entrar en él es peligroso por varios motivos que ahora, como no da agua, no vienen al caso.

La función de los tranques

Veamos ahora los tranques. Partamos entonces de una galería atravesando diques e incrementando el caudal. Lo que hasta ahora ha sucedido en todas es que el caudal que han encontrado sale por la boca de la galería, no tienen una forma de regular la aportación de la galería y en invierno, cuando no hacía falta el agua la tiraban por el barranco.

Posteriormente aparecieron las balsas y entonces lo que se hizo fue entregar esos caudales que sobraban en invierno al Consejo Insular para recuperarlos en verano, aunque el CIALP se quedaba con un 40 % del volumen entregado como impuesto revolucionario y por almacenarlo en las balsas que no son más que obras pagadas por todos nosotros y que a menudo se les rompían, perdiendo el agua que se les había entregado pero sin compensar por su detrimento. Parece que ahora van a quedarse con un porcentaje menor.

Teniendo en cuenta lo dicho de los diques, estos cumplen la misión de las balsas almacenando el agua que no se utilice, pero -y esto es importante, como veremos- lo hacen en el interior de la galería. La solución, ya experimentada en esta y en otras islas, es reconstruir el dique que se ha perforado mediante una estructura que consta de un marco de hormigón armado anclado al dique e impermeabilizado en su contacto y una compuerta de acero que cierra a favor de la presión del agua y que tiene las dimensiones suficientes para permitir el paso de personas y maquinaria, facilitando de esa forma la posibilidad de seguir perforando en el futuro.

En el marco se sitúan las tuberías y válvulas que permiten la apertura o el cierre de los caudales de agua que quedan en su interior. Cuando el cierre hidráulico (tranque) está terminado, al cerrar la compuerta y la válvula, la parte del caudal de agua que se había conseguido desde el cierre hacia dentro, dejará de salir e irá llenando el interior de la galería, hasta inundarla completamente, momento en el que seguirá subiendo el nivel hasta alcanzar la altura que tenía antes de que se perforara el dique donde se ubica el cierre.

Si estos cierres hidráulicos se hacen en varios diques y en cada uno se dejan tuberías pasantes que permitan accionar las válvulas de forma independiente, incluyendo un cierre en el primer dique que dio el agua, tendremos entonces una galería que, si la construimos bien y no como el CIALP, tiene los cierres del Túnel de Trasvase, si cerramos todas las válvulas de todos los cierres, la galería no dará agua, deberá estar completamente seca.  Los escurrajes del CIALP son la demostración de que los tranques del Túnel de Trasvase están mal construidos.

A partir de ese momento, y pensando que cada cierre se ha hecho en una celdilla diferente y que cada una de ellas tiene un nivel de agua distinto, la apertura de una u otra válvula nos dará caudales desiguales con presiones dispares, con lo que podremos abastecer a zonas situadas a cota más alta que la boca de la galería, e incluso si unimos todas las tuberías a una sola, podemos pasar los niveles de una celdilla a los niveles de las otras, aumentando presiones o caudales en función de nuestras necesidades.

Por último, cada vez que cerremos las válvulas de cada cierre, el agua que no sale pasará a rellenar los huecos que han quedado con nuestra anterior extracción, de alguna manera estamos rellenando los niveles usados. Es como si consideráramos que el acuífero es un gran embalse del que sacamos el agua que necesitamos y cuando no lo hacemos, reponemos la que hemos usado.

Por estas razones expuestas las galerías deben tener estos dispositivos de cierre, para evitar despilfarrar el agua; pero además el beneficio redunda sobre las propias galerías, sin porcentajes que se quede el Consejo Insular, ya que el agua que las galerías no sacan en invierno se almacena en el acuífero para poderlas sacar en verano.

El Cabildo y los cierres hidráulicos

Al principio de este escrito decía que la solución al problema del agua pasa por una actuación técnica y un cambio en la gestión. Hasta aquí he hablado de la técnica, aquella de sustituir caudales de agua de los pozos por aguas incrementadas en las galerías y con la construcción de cierres que el CIALP debe asumir como obligatorios en todas las galerías. Ahora hay que hablar de la gestión. Hay que darse cuenta que actualmente este Consejo Insular está en manos de gente con intereses en los pozos y además.

Hay que pensar que, si las galerías cerraran, las balsas no se llenarían, con lo que el CIALP no podría quedarse con una parte de las aguas que aportan las galerías con sus excedentes. Esa misma agua, si se hacen los cierres, se quedaría en las galerías. Esa es la razón que explica que el CIALP no considere los cierres como una obra fundamental y que lleven veinte años hablando de ellos pero solo haya construido uno solo en Las Breñas.

Desde hace dos años Carlos Cabrera, el consejero de Aguas, dijo que se había hecho un estudio de todas las galerías para poner los cierres; pero nunca se ha presentado el estudio, ni tampoco sus conclusiones. Lo único que ha dicho es que hay galerías donde no se pueden hacer los tranques, pero si esto fuera cierto, aun así habría que hacerlos, porque el agua, aunque no la aprovechara la galería que hiciera el cierre, beneficiaría a las situadas por debajo.

De nuevo el desconocimiento ampara la ineficacia. Cabe aclarar que los seis cierres de Las haciendas en sus siete galerías, se hicieron tras ver el resultado de estos cierres en el pozo de Los Padrones de El Hierro y sin tener en cuenta al CIALP.

La necesidad de un cambio drástico en la gestión política del agua

Por todo lo expuesto, ahora, cuando pasemos a hablar de la gestión, lo primero que cabe decir es que se impone un cambio drástico en la política hidráulica que ha seguido este organismo en los últimos treinta años. Esta política hidráulica debe de dejar de favorecer a los pozos y ayudar a las galerías, dejar de gastar ese dinero en balsas y obligar a las galerías a construir cierres hidráulicos financiados por el propio CIALP.

Por otra parte, la capacidad de decisión debe estar en las comunidades de agua. Sobran los políticos en las juntas y también muchas de las asociaciones de agricultores. Bueno es que estén los consumidores de agua, pero no que tengan tanta fuerza porque su voto está condicionado por los políticos que gobiernan el Cabildo para mantener subvenciones y limosnas que perciben a cambio de vender sus votos. Se impone, por tanto, un cambio en la parte técnica del CIALP y también en su parte ejecutiva.

La barbaridad de la mitad de las viviendas sin saneamiento

Por último, cabe exponer otro de los grandes problemas de la isla: la falta de depuración de las aguas usadas en el abastecimiento de los núcleos de población. Según los planes hidrológicos, la mitad de las viviendas de la isla carecen de saneamiento. Esto, dicho en el siglo XXI, no deja de ser una barbaridad y debería caerles como una losa a todos aquellos que han tenido responsabilidad de que esto sucediera, sobre todo al CIALP y a todos los ayuntamientos de la isla; más aún si tenemos en cuenta que la casi totalidad del agua que se consume en la isla procede de las aguas subterráneas, que es donde van a parar esos vertidos sin depurar de la población.

Con este dato no nos puede extrañar que en los análisis de agua que realiza el CIALP al Túnel de Trasvase, el correspondiente al año 2016 en la boca de Hermosilla, cuyas aguas se destinan al abasto de Los Llanos de Aridane y Tazacorte, se evidenciara, sin ninguna duda, una contaminación por colis, signo inequívoco de que está captando los vertidos de los pozos negros de las viviendas de El Paso.

Entrada al túnel de trasvase.

Cabe aclarar que el agua del Túnel de Trasvase era para la agricultura y para eso nació esta obra, entre otras cosas porque los que la perforamos sabíamos de la ausencia de redes de saneamiento en este municipio. El hecho de que luego fuera el CIALP el que cambió el uso del agua y lo destinara al abasto urbano, evidencia el desconocimiento de sus dirigentes y la falta de un control de las analíticas de agua que ellos mismos realizan.

Una vez expuesto el problema de la falta de saneamiento y depuración en la isla, cabe decir que es prioritario subsanarlo e incluso reconducir el ya ejecutado. En principio la política de saneamiento y depuración debe consistir en dos premisas fundamentales: depuraciones biológicas antes que las industriales, ya que es tecnología propia, no consumen energía, generan aguas mejor depuradas y contribuyen a restablecer el equilibrio medio ambiental; la segunda premisa es colocar muchas depuradoras pequeñas, tantas como núcleos urbanos haya, antes que aglutinarlas colocando desaladoras comarcales, pues así evitaremos bombeos innecesarios, malos olores, tanto en el transporte de aguas brutas como en el propio método de la depuración, no se pierde cota al disponer las aguas depuradas en cada núcleo donde se producen y se pueden reutilizar sin tener que hacer tratamientos terciarios.

 

 

 

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