El barrio de Todoque fue desapareciendo por completo bajo la lava en la erupción de Cumbre Vieja. Allí vivía Valentín Gómez, un autónomo que perdió su casa y su taller por el implacable avance de las coladas. 15 meses después, se queja de que aún los afectados no saben qué va a pasar con su futuro y cómo será la reconstrucción. Además, no duda en denunciar que nadie les avisó de la inminencia de la erupción y que cuando fueron evacuados, aún tardó 45 días el volcán en destruir sus propiedades, pero apenas le dieron un par de veces 15 minutos para llevarse lo que pudieran.
“Con nosotros los vecinos de Todoque no hubo ningún plan preventivo, nos retiramos por nuestros propios medios, nadie nos dijo nada; en principio estábamos fuera de la zona que podía ser afectada; solo nos esteramos por los medios de comunicación que era bueno tener preparada una maletita, por si una eventualidad”, testimonia Valentín, quien añade que su suegro no podía valerse por si mismo pero ningún servicio de emergencia y seguridad vino a ayudar a evacuarlo.
15 días después de la evacuación forzosa porque el volcán había explotado pudo recuperar sus animales: unos loros, unas tortugas y unos peces: “A pesar de que la lava tardó muchos días en llegar a mi casa, no había manera de que nos dejaran de entrar, ni siquiera para recoger a los animales que dejamos detrás al principio por el miedo y por las prisas”.
En su caso pudo obtener una compensación por su vivienda, ya que la tenía asegurada, pero no por su taller de autónomo, comenta a EL VALLE, entrevistado durante uno de los actos de protesta convocados por la Plataforma de Afectados por la Erupción del Volcán de Cumbre Vieja 2021.
Valentín estuvo en América porque sus padres emigraron a Venezuela en busca de una vida mejor que no era posible en La Palma. Regresó hace muchos años pero no ha perdido del todo el deje venezolano. “Ahora con esta erupción», sostiene, «justamente tenemos que partir de cero y tratar de buscare una vida mejor, como mis padres, pero aquí de nuevo; y para eso las autoridades deben cumplir todo lo que han prometido, pues se les llena la boca diciendo lo que van a hacer y no se les ve aún el detalle, y es hora de que den la cara y digan si van a hacer algo o nada”.
Confiesa estar ya desesperado como muchos damnificados que “nos hemos quedado mirando para el cielo y aún no sabemos qué vamos a hacer” para volver a tener una casa. y es que Valentín vive con su familia en casa de unos amigos, “de prestado”.
Intervino en las reuniones del proyecto de participación ciudadana de las Administraciones pública denominado Revivir el Valle, pero cree que “al final serán agua de borrajas” esas reuniones, evoca, dijo que “para crear un pueblo hay que empezar por la plaza y por la iglesia, a partir de ahí comenzamos a hablar; pero no pueden quitarte terrenos a quienes se los respetó el volcán para dárselo a los damnificados”. “Es un despropósito, no hay un plan que conozcamos para salir de esta situación”, se lamenta.